13.5.07

Un toque de atención

- ¡Dios Santo! ¿Pero qué están haciendo? - el ama de llaves baja el atizador que porta en la mano izquierda y recupera la seriedad y gravedad en la voz - Hagan el favor de comportarse y respetar las normas de la casa, sus habitaciones estarán listas enseguida y podrán descansar si lo desean. Pero, por todo lo que es Sagrado, dejen las armas en el ropero. Al señor no le gusta que nadie, ni siquiera sus invitados, vayan armados por la casa. Los niños podrían salir heridos.

La señora se gira con una mueca de desaprovación y vuelve a subir por las escaleras negando ligeramente con la cabeza.
- ¡Y cierren esa puerta! Podría entrar alguna alimaña.

Ois una conversación soto-voce en lo alto de las escaleras y los pasos firmes del ama de llaves junto a los de alguien más. Después el silencio sepulcral de la casa os vuelve a rodear al igual que la oscuridad de la entrada.