12.11.07

La alcoba señorial

El ama de llaves abre la siguiente puerta.

- Señor Wright, usted se acomodará en la alcoba de mi señor - comenta mientras enciende los quinqués que alumbran la habitación y recoge un batín de la cama. - Él se mantiene en vela junto a su hija desde hace ya muchas noches. Si desea algo, disponga del llamador.

La habitación todavia conserva el explendor de otro tiempo, algo polvoriento pero sobrio y refinado. El despacho y el armario de buen roble, la cama conyugal con el dosel de blonda y los dorados en los marcos de los retratos y en la esfera armilar revelan un buen gusto que no tiene edad.

La librería que cubre la pared izquierda tiene su contrapunto en los trofeos de caza a la derecha. Como en una representación ideal sobre los diversos cervidos y herviboros se encuentran las testas de los felinos, tigre, pantera y leon; sobre todos ellos la impresionante cabeza de un Draco Isabelino y coronando a este un sable y un rifle con los blasones familiares.

El sudor y la tierra, la sangre y la adrenalina, el terror y el gozo se reunen en esta estancia golpeando el pecho como latidos del corazón. La muerte y la supervicencia se condensan a cada aliento tomado y expulsado.