4.3.07

El brillo de unas brasas

La amplia cocina está desierta, de sus estantes os llegan los aromas de las especias, los ahumados y los quesos del lugar. En la gran mesa hay varios platos dispuestos y una fuente con lo que parece un guisado de caza, aunque por su aspecto puede que lleve horas preparado y nadie parece haberlo tocado. La puerta del horno abierta deja ver los últimos rescoldos del día, dandole un toque tibio al espacio más cercano. Junto a la puerta trasera hay varias piezas de caza, liebres y codornices en su mayor parte, que forman un bodegón un tanto lúgubre por la sangre que ha manchado la pared y el suelo cercanos.

La puerta de la bodega está cerrada. Y una neblina grisacea surge de su parte inferior. Cuando os fijais veis que la puerta trasera también parece exudarla. Del piso superior llegan lamentos quedos y algun sollozo ahogado. A través de las ventanas podeis ver el jardín bañado por la luz de la luna, con un aspecto inquietante por los brillos extraños que asoman es su parte más alejada. Os sobresalta el chisporroteo de uno de los troncos supervivientes del hogar y un escalofrío recorre vuestras nucas.

1 comentario:

L Gato dijo...

Anne Marie sonríe levemente mientras toma un trozo de carne poco hecho y se pone a comerlo como si tal cosa.

-No soy muy buena enfermera... Esa es mi hermana mayor. La última vez que intenté ayudar a alguien... Terminó intentando estrangularme por lo que le hice a sus ojos en el proceso.

Anne Marie se cierra la capa para que la humedad no le resfríe y se pone a escuchar también. Se pregunta cuánto hace que se sintió tan inquieta... Y sólo recuerda una ocasión, enfrentada al lago donde estaban los incompletos desde el agua mirando... Mirando sin ojos.